Claudio Aravena comenzó a trabajar en Fundación La Fuente como asistente técnico de un proyecto de fomento lector en un bibliomovil escolar hace ya 19 años. Actualmente se desempeña como gerente de desarrollo, y está a cargo del funcionamiento total de la institución, que tiene más de 100 trabajadores contratados, además de estar a la cabeza de los nuevos proyectos de la fundación, como el teatro Mataquito en Licantén; la biblioteca Huemul en Santiago, la nueva sede Vespucio de Biblioteca Viva, una biblioteca escolar para Cerro Navia o el nuevo proyecto biblioteca-café en La Dehesa.
1. ¿Qué significa para ti dedicarte a la literatura infantil y juvenil? ¿Qué es lo que más te gusta de tu trabajo?
La literatura infantil y juvenil es un mundo enorme y fascinante al que llegué sin ninguna herramienta, más que la fascinación por querer saber más, por leer con ganas y por descubrir autores, formatos y editoriales. Estudié Letras y Educación en la Universidad Católica, pero mi carrera siempre estuvo enfocada a la literatura para adultos. Cuando entré a la fundación, que estaba recién formándose, comprendí el valor de la literatura infanto-juvenil, vi la motivación que producía en los niños y jóvenes, y me sentí parte de este ecosistema. A mí me gusta mucho crear proyectos desde cero, sentir que mi trabajo ayuda a democratizar el acceso, le da posibilidades a las personas a acercarse a los libros y a sentirse acogidos en bibliotecas, teatros o centros culturales. Este trabajo me ha tocado conocer personas en distintas partes de Chile, trabajar con ellos, disfrutar de paisajes y de historias. Ha sido muy gratificante.
2. Se dice que en Chile las personas leen poco. ¿Cuál es tu diagnóstico al respecto? ¿Cómo se puede fomentar la lectura en los niños, niñas y jóvenes?
Cada vez me siento más ajeno a esas premisas tan absolutas, creo que siempre faltan los contextos: ¿se lee menos que antes? No creo, pero no tenemos estudios longitudinales que nos permitan tener una opinión clara sobre eso. ¿Leemos menos que los europeos? Sí, pero la misma cantidad de libros que nuestros pares latinoamericanos.
Mi diagnóstico es que el Estado chileno le otorga a la creación artística en general un valor muy por debajo de lo que sucede en las sociedades desarrolladas. La actividad creativa es mal mirada, es considerada poco productiva (cabe señalar que un exministro de Economía señaló que no leía novelas por ser una pérdida de tiempo). Yo creo que esa visión penetra en el sistema educativo: formarse como bailarín, como músico, como escritor, como ilustrador requiere tiempo, recursos, ganas y un sistema que te proteja y te acoja para tú puedas dar rienda suelta a tu creatividad y a la formación de discurso propio, el que a veces puede criticar a ese
mismo Estado que te financia.
Para fomentar la lectura en los niños y niñas, creo indispensable crear un ambiente cultural que les permita tener a mano libros, obras artísticas, música, recreación, paisajes, espacios pensados para ellos. Soy un convencido de que la mezcla de actividades, de talleres, de espacios de conversación les permiten a los niños poder desarrollar un discurso, una mirada y una forma de interpretación; permite acercarse a los textos, pero también a la imágenes (tan importantes en la actualidad), para que puedan acceder al mundo narrativo en su totalidad.
3. Cuéntanos sobre los proyectos de bibliotecas.
En medio de esta pandemia tan terrible nuestra fundación tuvo que suspender proyectos por falta de recursos; hemos ido sorteando esta crisis gracias a que los años anteriores tuvimos un manejo financiero muy austero que nos permitió ahorrar para momentos como estos.
Hoy, eso nos permite seguir desarrollando diversos proyectos por teletrabajo: entregamos recientemente un proyecto de teatro municipal (Teatro Mataquito) para la ciudad de Licantén, encargo del municipio, la empresa Arauco y la Ley de Donaciones Culturales. Estamos desarrollando un proyecto de biblioteca escolar de primer ciclo para un colegio en Cerro Navia; nos encontramos en la etapa inicial para una nueva biblioteca en el Mall Plaza Vespucio, que esperamos que abra sus puertas en abril 2021 y también estamos en etapa inicial para un proyecto muy entretenido de café, bar y biblioteca en La Dehesa, un proyecto único, muy distinto a lo que hemos hecho. Seguimos avanzando con nuestra biblioteca en la población Huemul: ya ingresamos el expediente al Municipio de Santiago para conseguir el permiso de construcción, luego de tener la aprobación del MINVU y del Consejo de Monumentos Nacionales.
4. ¿Cuál es el gran desafío para fomentar la lectura y el libro en Chile? ¿Cómo es la recepción del trabajo que realizan ustedes en otros territorios del país, fuera de Santiago?
Yo creo que tenemos capital humano de sobra, formado en la creación de proyectos, en la mediación y en el desarrollo de buenas iniciativas; lo que falta es un empuje real del Estado, una verdadera intención de formar a Chile como un país de lectores, faltan recursos para planificación, falta de integración entre el Estado y la sociedad civil. En nuestra experiencia la recepción ha sido siempre positiva, sobre todo, en regiones donde se siente el abandono del centralismo de nuestro sistema. Cuando se elabora un proyecto de calidad, hay mucho empuje para que estos se realicen, así me ha pasado en Constitución, en Arauco, en Los Ríos, en Yungay.
5. ¿Cuál es el rol que cumple la mediación lectora?
Para mí es fundamental y hemos centrados las acciones de la fundación en la formación de padres, cuidadores, profesores, encargados de bibliotecas y público en general en mediadores de lectura, exponiéndose a la responsabilidad que tenemos los adultos en cooperar con la formación lectora de los más pequeños. Durante la pandemia no hemos detenido este objetivo, si bien nuestras sedes públicas y escolares se encuentran cerradas, nuestras plataformas se abrieron a cuentacuentos por videos y whatsapp, talleres, clubes, seminarios virtuales, artículos, conversaciones en vivo, música en vivo. Nos unimos al Teatro Municipal para ser parte del Municipal Delivery y así expandir nuestras redes; hemos creado semanas temáticas y estamos pronto a reflotar nuestras charlas con abogadas constitucionalistas para hablar sobre el plebiscito y la nueva Constitución. El objetivo es que el público siga teniendo acceso a lecturas y a información.
6. ¿Algún libro que estés leyendo y que nos quieras recomendar?
Quiero recomendar algunos libros que leído en estos meses: la novela Nuestra parte de noche, de Mariana Enríquez, que me pareció alucinante; La Unidad Popular: Los mil días de Salvador Allende y la vía chilena al socialismo, gran trabajo de Alfredo Sepúlveda; el libro infantil Ravioli, una cálida historia de Marcelo Simonetti y Francisca Yáñez, y ahora estoy con La Habana en un espejo, de Alma Guillermoprieto, sobre su vida como maestra de baile en la Cuba de los 60.